Sin ética no hay diálogo: responsabilidad y deber en la gestión del conflicto
En contextos de conflicto, el diálogo auténtico es una herramienta poderosa, pero no automática. Para que los procesos dialógicos gestionen efectivamente el conflicto, deben basarse en dos principios éticos fundamentales: la responsabilidad personal y el imperativo categórico de Kant. Dialogar no es simplemente intercambiar opiniones, sino asumir el propio rol en el conflicto, reconocer errores y estar dispuesto a transformarse. La responsabilidad implica autocrítica y apertura al cambio.
Por su parte, el imperativo categórico kantiano —actuar según máximas que puedan universalizarse— obliga a tratar al otro como un fin en sí mismo, no como un medio. En términos de diálogo, esto se traduce en respeto, honestidad y coherencia ética. Muchos diálogos fracasan no por métodos deficientes, sino por falta de ética: sin responsabilidad y sin deber moral, el conflicto se perpetúa o se maquilla. Solo cuando los sujetos dialogan desde la conciencia y el deber mutuo, el conflicto puede transformarse verdaderamente.