En principio este blog está pensado para acompañar procesos. Por eso algunas veces las entradas que hacemos son orientadas a los padres y otras a los adolescentes y jóvenes que lo leen por propia decisión o, porque pertenecen a alguna de las diversas intervenciones que realizamos.
Hay alguna vez que las entradas están a caballo de una u otra población a las que nos dirigimos. Esta entrada es una de ellas, aunque en principio está orientada a los padres, puede darle pistas a los hijos o a los adolescentes y jóvenes que nos acompañan y acompañamos. Os animo a seguir leyendo.
La adolescencia es una etapa de grandes cambios emocionales, físicos y sociales. Para los padres, acompañar a sus hijos en este proceso no siempre resulta sencillo: dudas, inseguridades, cansancio o falta de motivación son experiencias comunes en los jóvenes. Sin embargo, una de las mejores maneras de apoyarles es ayudarles a crear rutinas sencillas que favorezcan su bienestar.
Hoy queremos compartir algunas prácticas fáciles que pueden marcar la diferencia en su vida diaria y que, además, fortalecen el vínculo familiar.
1. Construir confianza
La seguridad personal no se desarrolla de un día para otro, sino a través de pequeños gestos cotidianos:
- Ordenar su espacio les da sensación de control.
- Vestirse con algo que les guste refuerza su autoestima.
- Animarse mentalmente con frases positivas les ayuda a afrontar retos.
Los padres podemos acompañar este proceso reconociendo sus logros, por pequeños que parezcan.
2. Fomentar la conexión
En tiempos de hiperconexión digital, muchos adolescentes se sienten más solos que nunca. Para contrarrestarlo, es importante:
- Practicar meditación o ejercicios de respiración para conectar consigo mismos.
- Llamar a personas importantes y cultivar relaciones reales.
- Escribir lo que sienten y piensan, una herramienta eficaz para aclarar emociones.
Cuando los padres también compartimos lo que sentimos, les damos un modelo de apertura y confianza.
3. Mejorar la concentración
La dispersión es uno de los grandes retos en esta etapa. Ayuda mucho que ellos:
- Se hidraten correctamente.
- Hagan listas de tareas que les den orden y prioridades.
- Reduzcan el tiempo frente a pantallas, especialmente antes de dormir.
En casa podemos reforzar estos hábitos con rutinas comunes: apagar dispositivos a una hora concreta o hacer juntos un plan semanal.
4. Despejar la mente
Para equilibrar el estrés de estudios y responsabilidades:
- Dar un paseo al aire libre, sin prisas.
- Leer un libro para estimular la imaginación.
- Escuchar música que genere calma o alegría.
Estas pausas son necesarias y no deberían interpretarse como “pérdida de tiempo”.
5. Apostar por la salud
El cuerpo en crecimiento necesita cuidados básicos:
- Tomar sol a diario, aunque sea unos minutos.
- Ejercitarse con frecuencia, sin que siempre signifique deporte formal: caminar, bailar o montar en bici también cuentan.
- Comer más alimentos naturales, reduciendo ultraprocesados.
Un hogar con hábitos saludables contagia energía y disciplina.
6. Ganar energía
El cansancio constante en los adolescentes no es normal. Pequeños cambios lo pueden revertir:
- Desayunar bien para iniciar el día con fuerza.
- Dormir 8 horas o más. El descanso es clave para su rendimiento escolar y emocional.
- Evitar lo que daña al cuerpo, como exceso de refrescos azucarados, tabaco o sustancias estimulantes.
Los padres podemos establecer horarios de sueño compartidos o dar ejemplo con nuestros propios hábitos.
A modo de resumen
Ayudar a los adolescentes a construir rutinas saludables no solo mejora su bienestar físico y emocional, sino que también fortalece la relación con sus familias. Cada pequeño paso es una oportunidad para enseñarles autonomía, autocuidado y responsabilidad.
Como padres, nuestro papel es acompañar, motivar y modelar con nuestro propio ejemplo. Al final, no se trata de imponer, sino de caminar juntos en este proceso de crecimiento.
