Ser padre de un adolescente y además si este tiene conductas disruptivas no es tarea fácil. En muchas ocasiones, estos jóvenes desarrollan habilidades sorprendentes para manipular las situaciones a su favor, convirtiéndose en auténticos “asnos astutos” que logran engañar incluso a los padres más atentos. La fábula de Esopo nos deja una lección valiosa: no siempre lo que parece un problema real lo es, y a veces, la mejor estrategia es aprender a distinguir entre una necesidad legítima y una artimaña bien construida.
Cuando los padres son como el lobo ingenuo
En la historia, el lobo cae en la trampa del asno porque cree en su historia sin cuestionarla. Algo similar sucede con muchos padres que, ante el comportamiento desafiante de sus hijos, terminan cediendo por lástima, culpa o simplemente por evitar el conflicto. Frases como:
- “Si me castigas, me voy de casa”
- “Todo el mundo puede salir menos yo”
- “Es que en el colegio me tienen manía”
- “Tú nunca me entiendes”
Son ejemplos clásicos de cómo los adolescentes pueden usar la manipulación emocional para evitar consecuencias o ganar poder en la dinámica familiar.
Cómo evitar caer en la trampa
Para no convertirse en el lobo ingenuo de la historia, los padres deben aprender a identificar cuándo su hijo realmente necesita ayuda y cuándo está utilizando la manipulación como estrategia. Aquí algunas claves:
- No reaccionar impulsivamente: Antes de responder a una queja o demanda, analiza la situación con calma. ¿Es un problema real o una manera de evadir responsabilidades?
- Fijar límites claros y mantenerlos: Los adolescentes necesitan normas firmes. Si un castigo o una norma ya ha sido establecida, ceder a la presión solo refuerza la manipulación.
- Fomentar la comunicación sincera: Anima a tu hijo a expresar sus emociones y preocupaciones de manera honesta, sin necesidad de recurrir a exageraciones o chantajes emocionales.
- No caer en el rol de salvador: Es natural querer proteger a los hijos, pero resolverles todos los problemas puede impedirles desarrollar habilidades para enfrentar la vida por sí mismos.
- Observar su patrón de conducta: Si un adolescente siempre tiene una excusa para justificar sus errores o evitar responsabilidades, es probable que esté usando la manipulación como estrategia habitual.
A modo de primera conclusión
Al igual que el lobo de la fábula, muchos padres caen en la trampa de sus hijos sin darse cuenta. La clave está en aprender a diferenciar cuándo el adolescente necesita realmente apoyo y cuándo está utilizando su ingenio para evitar consecuencias. La crianza de un hijo en esta etapa no se trata solo de disciplina, sino también de enseñarles responsabilidad y honestidad. Y eso, sin duda, les será más útil que cualquier “coz” de la vida.