El monte de las animas

Mientras esperas puedes desesperar porque no sabes lo que esperas o la esperanza puede ser de tal manera que el tiempo pasa hasta convertirse en el silbido del aire, que pasa entre los árboles en una tarde agostada y refresca toda tu piel.

Quizá deseas que las cosas perduren por si mismas y te olvidas que eres tu quien tiene el poder y el querer del cambio en la existencia cotidiana.

Puesto que lo que hagas o no tiene siempre consecuencias en ti y en todo aquello que te rodea, incluyendo a las cosas más pequeñas.

Quizá pienses que todo tu ser que se ha puesto en juego para conseguir tus anelos no ha recibido la recompensa adecuada porque en lo más íntimo se haya instalado ese dolor sordo que te va royendo las entrañas y que crees que no se te va extinguir. ¡Y de pronto!

De repente, como un relampago que surge en cielo y lo cruza de par en par, abriendo las nubes más negras de tu ser descubres la luz en los ojos, en la mirada de quien tu crees y deseas….
Y después ya puedes caminar en la espera y crear y recrear. Tu mism@.
Deseo la felicidad en el encuentro y me dejo arrastrar para congelar ese instante. Y la luz baña todo al estancia porque eres la fuente de la que mana.
Rula, rula … ruliña

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